Ultimamente he abanderado una posición de escepticismo
respecto al amor, tal vez porque no creía del todo en las personas. Y hoy, 14
de febrero, que llevo todo el día pensando mal de todos esos horteras que
cenarán entre corazones de cartón (o peluche) y a los que me atrevía a
pronosticarles su estrepitoso fracaso, me he topado con el amor de frente, con
el amor de verdad. Siempre creí que su representación sería Adriana Lima
caminando por Madrid o paseando por una playa con una tabla de surf, pero no.
Era una pareja de ancianos que ha entrado a comer donde me encontraba. Él,
bastante mayor, algo desorientado y no válido del todo por si mismo, era
acompañado y cuidado bajo la mirada con mayor admiración que he visto en toda
mi vida.
Jamás me he alegrado tanto de comer una ensalada
No hay comentarios:
Publicar un comentario